domingo, 4 de noviembre de 2012

Vampiros


Un vampiro es, según el folclore de varios países, una criatura que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos para mantenerse activo. En algunas culturas orientales y americanas aborígenes, el vampiro es una deidad demoníaca o un dios menor que forma parte del panteón siniestro en sus mitologías.
En la cultura europea y occidental, así como en la cultura global contemporánea, el prototipo de vampiro más popular es el de origenes lavo, el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver activo o reviniente depredador chupasangre.
Es probable que el mito del vampiro en el folclore de muchas culturas desde tiempos inmemoriales, provenga inicialmente de la necesidad de personificar la "sombra", uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo, según conceptos de Carl Gustav Jung, y que representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Así sería la encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.
Pero el mito, como es conocido en nuestros días, además del citado temor a los bajos instintos es también una combinación compleja de varios temores y creencias humanas que incluyen: la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, el temor a la depredación y a la enfermedad o a la muerte y a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.
Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de pánico colectivo, las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente.
CARACTERISTICAS
La descripción de estas criaturas varía según el folclore de cada región. Además la mayoría de atributos de un vampiro según la cultura contemporánea, que a veces incluso contradicen la naturaleza primordial del vampiro tradicional original, provienen de la literatura, sobre todo de la novela Drácula y las películas basadas en ella, así como de los cómics y videojuegos. Por eso, de las siguientes características, solo algunas son las esenciales o comunes en el folclore general o como parte de las creencias de ciertas regiones, y otras inventadas por los novelistas y libretistas de cine o diseñadores de videojuegos.
Fueron humanos, pero ahora están en un estado intermedio entre la vida y la muerte, de ahí que se les llame no-muertos, revinientes o redivivos. Esta naturaleza determina su aspecto físico básico:
  1. Entre los eslavos, griegos y pueblos de Europa del este, un cadáver desenterrado era considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelo y dientes eran más largos que cuando había sido enterrado e incluso poseía un aspecto más saludable de lo esperado, mostrando piel sonrosada y pocos o ningún signo de descomposición.
  2. En Transilvania se consideraba que los vampiros eran flacos, pálidos, y poseían unas largas uñas y largos y puntiagudos caninos.
  3. En Bulgaria y Polonia se les atribuye tener un solo orificio nasal así como una especie de aguijón en la punta de la lengua.
  4. Según la creencia en el folclore rumano, tienen la posibilidad de transformarse en animales como gatos o perros, ovejas y caballos. La forma más mencionada en la ficción popular es la del murciélago y en niebla.
Otras características:
  • Se alimentan primordialmente de la sangre de sus víctimas aunque hay descripciones de que también son antropófagos y en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su sustento, sino el "fluido vital" humano o la energía psíquica.
  • No se reflejan en los espejos ni tienen sombra, tal vez como una manifestación de la carencia de un alma. Este atributo no es universal, pues por ejemplo el vampiro griegovrykolakas/tympanios poseía tanto sombra como reflejo, pero es muy popular gracias a novelistas como Bram Stoker que lo menciona en su novela Drácula.
  • Los vampiros, por su naturaleza demoniaca o su origen sacrílego, no soportan los símbolos cristianos y por ello pueden ser alejados usando una cruz cristiana o agua bendita, y no pueden cruzar por terrenos consagrados como los de una iglesia.
  • Son indestructibles por medios convencionales y son extremadamente fuertes y rápidos pero se debilitan junto a las corrientes de agua.
  • Aunque en general se supone los vampiros son vulnerables a la luz del sol, entre los eslavos se creía que no solo pueden resistir la luz del sol, sino que en algunos casos podían viajar a otro pueblo y llevar allí una vida normal.
  • Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa si no es invitado por el dueño; pero que una vez es invitado puede entrar y salir a placer.
  • En algunas zonas de Europa del este, se cree que el vampiro es un ser lujurioso que vuelve al lecho conyugal a procrear con su esposa, criaturas con características especiales, que se conocen como dhampiros.
  • Tienen una afinidad natural con la magia negra y concretamente con la necromancia, que dominan con mayor facilidad que el hechicero no vampiro más diestro.

ORIGEN
En el conjunto de creencias populares se pueden distinguir unas formas básicas, a veces complementarias entre sí, para que un ser humano se convierta en vampiro:
  • Por predisposición desde el nacimiento: En Rumanía tenía más posibilidades de ser un strigoi, el séptimo o duodécimo hijo cuyos hermanos mayores eran todos del mismo sexo. O tener unas marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante vello corporal y haber nacido encapuchado, es decir con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria, o haber ingerido parte de la misma. Entre los eslavos también tenían mayor probabilidad de convertirse en vampiros los nacidos en Sábado Santo.
  • Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia en donde se denominaban vrykolakas o brucolacos a los así originados, al igual que entre búlgaros y eslavos, así como en ciertas culturas africanas y en Indonesia, se creía que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicidio o violencia, podían convertirse en fantasmas vagabundos o vampiros.
  • Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Grecia, Bulgaria y Rumanía también se creía que alguien se convertía en vampiro después de morir si los que se debían ocupar de preparar y vigilar debidamente el cadáver no realizaban los rituales adecuados o no cumplían bien su tarea, como impedir que un animal, especialmente un perro o gato, e incluso una persona pasen sobre el mismo. Esta creencia es similar en los hindúes que consideraban que los espíritus o Pitrs, en espera de reencarnar, pueden convertirse en vampiros si nadie les recuerda y realiza los shraadh, rituales funerarios de rigor para facilitar su reencarnación.
  • Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se creía que se convertían en vampiros ciertos criminales, tradición similar a la existente entre los eslavos y los griegos, quienes creían que los vampiros eran brujas o personas que se habían rebelado contra la Iglesia mientras estaban vivos, vendiendo su alma al diablo y que al morir sus cuerpos podían ser poseídos por demonios. En la Europa cristiana y especialmente entre los griegos, esta creencia era reforzada con los conceptos desarrollados por el cristianismo basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte y la idea de la supervivencia del alma hasta el día del Juicio Final a pesar de la corrupción del cuerpo, de aquellos que murieran arrepentidos de sus pecados y que hubieran recibidos los últimos sacramentos. Por eso, los griegos y eslavos, creían que todos aquellos que no fueran enterrados en tierra consagrada o los que no hubieran recibido la extremaunción, tenían la mayor posibilidad de convertirse en vampiros o tympaniaios.
  • Por mordedura de un vampiro: Según casi todas las tradiciones, especialmente entre los eslavos, aquella persona que moría después de ser mordida por un vampiro se convertiría a su vez en uno. Los escritores ocultistas aducen que esta manera solo es posible si hay aceptación por parte de la víctima. Los autores de literatura de ficción le han dado a esta manera una connotación sexual muy intensa, muy atractiva para propósitos dramáticos.

IDENTIFICACION

Existen numerosos y variados rituales que se utilizaban para identificar a un vampiro. La comprobación más socorrida consistía en la exhumación del cadáver sospechoso para verificar directamente si tenía las características tradicionales y destruirlo, practica que llegó a ocasionar numerosas profanaciones de tumbas.
Uno de los métodos descrito por el abate Calmet, citado por el padre Feijoo, para localizar la tumba de uno consistía en guiar a un muchacho virgen montado en un caballo también virgen a través de un cementerio; el caballo se negaría a avanzar sobre la tumba en cuestión. Generalmente se requería que el caballo fuera negro, aunque en Albania era necesario que fuera blanco. Que aparecieran agujeros en la tierra sobre la tumba era tomado como un signo de vampirismo.
Otra evidencia de la actividad de un vampiro en la localidad incluía la excesiva lluvia o granizo, así como la enfermedad y muerte de familiares o conocidos, así como del ganado, en los días siguientes a la muerte y enterramiento del sospechoso. Algunos también se manifestaban mediante pequeños actos similares a los de un poltergeist, tales como mover muebles de la casa, producir ruidos y dar golpes.

PROTECCION

Prácticas preventivas

En Rodas e isla de Quíos se ponía una cruz de cera entre los labios del cadáver, así como una pieza de cerámica con la inscripción “Jesucristo conquista” para evitar que se convierta en vampiro o vrykolakas. Existen muchos ritos tradicionales para evitar que un muerto se convirtiera en un vampiro. Entre los celtas el enterrar el cuerpo cabeza abajo era una de las más extendidas, como también colocar hoces o guadañas cerca de la tumba, para evitar que los demonios poseyeran el cuerpo o para apaciguar al muerto y que no se levantara de su ataúd. Con igual propósito los tracios y búlgaros antiguos acostumbraban amputar las extremidades, o cortar los talones y tendones de las rodillas o perforar otras partes del cuerpo.

En Europa Oriental, era frecuente introducir un diente de ajo en la boca, y a veces en los nueve orificios corporales, de los muertos así como atravesarles el corazón con un objeto cortopunzante, antes de inhumarlos. En las regiones sajonas de Alemania, se colocaba un limón en la boca del sospechoso de ser un vampiro. Los gitanos clavaban agujas de hierro y acero en el corazón del cadáver y colocaban pequeños fragmentos de acero dentro de la boca, sobre los ojos, en las orejas y entre los dedos durante el entierro. También se introducían espino en el calcetín del muerto, le clavaban una estaca de espino en las piernas o rodeaban la tumba con una barrera de plantas espinosas.
Talismanes, sustancias y objetos protectores
Variados objetos y sustancias, que varían de región en región, son mencionados en las leyendas sobre vampiros por su efecto apotropaico, es decir por tener la propiedad de alejarlos o destruirlos. En Europa se cree que una rama de rosa silvestre o de espino pueden dañar al vampiro, así como el ajo o el azufre y objetos sagrados como un crucifijo, un rosario o el agua bendita.
En algunas regiones de Sudamérica, cuando una mujer deja en la casa a su hijo dormido, pone sal y unas tijeras al lado del niño para ahuyentar a vampiros y brujas.
Otros métodos comunes en Europa incluían esparcir semillas de mostaza o arena sobre el tejado de la casa a proteger o en la tierra de una tumba sospechosa de contener a un vampiro para mantenerlo ocupado durante toda la noche contando los granos caídos. Historias chinas similares relatan que si un vampiro se encontraba con un saco de arroz, tendría que contar todos los granos uno a uno; es una temática que se puede encontrar en los relatos del subcontinente indio y en Sudamérica, sobre brujas y otros tipos de espíritus malignos o traviesos.
Aunque no se consideran como un objeto de protección, debido a que no se reflejan en ellos, los espejos han sido utilizados para alejar a los vampiros cuando se situaban en una puerta, mirando hacia afuera.

DESTRUCCION

Hasta principios del
 siglo XX, unos estuches o «kits» con las herramientas tradicionales para destruir vampiros, eran ofrecidos a los viajeros que iban a visitar Europa del Este en particular. Actualmente, estos equipos son propiedad de ciertos museos de curiosidades o de coleccionistas aficionados a lo esotérico. En los Balcanes, existía el cazador de vampiros que podía ser un religioso o undhampiro, que según la tradición gitana es el hijo o descendiente de un vampiro con el poder de detectarlos —aunque fueran invisibles— y destruirlos.
Metodos
Tradicionalmente, existen varias formas para eliminar a un vampiro:
  • Clavar una estaca en el corazón de los cadáveres sospechosos de ser vampiros. Es el método más citado, particularmente en las culturas eslavas del sur. El fresno era la madera preferida en Rusia y en los estados bálticos, el espino en Serbia, y el roble en la región de Silesia. La estaca solía clavarse apuntando a la boca en Rusia y en el norte de Alemania, o al estómago en el noreste de Serbia. Atravesar la piel del pecho era una manera de «desinflar» al vampiro hinchado. Esto es similar al acto preventivo de enterrar objetos afilados, como hoces o guadañas, junto al cadáver y apuntando hacia él, de forma que cuando el cuerpo se hinchara le penetrase en la piel lo suficiente, para evitar que el no-muerto se levantara del ataúd.
  • La decapitación era el método preferido en las áreas germanas y eslavas del oeste. La cabeza se enterraba junto a los pies, tras las nalgas o alejada del cuerpo. Este acto se veía como un modo de acelerar la marcha del alma, debido a que —en algunas culturas— se creía que permanecía en el cuerpo.
  • La incineración completa del cadáver o del corazón y rociar agua hirviendo sobre la tumba, eran las medidas más acostumbradas en Grecia. También, sobre todo en casos recalcitrantes, se desmembraba el cuerpo y se quemaban las partes o se hervían en vino. Los rumanos, eslavos y gitanos utilizaban las cenizas para preparar bebidas que suministraban a los familiares o víctimas a modo de cura.
  • Repetir el funeral, cambiando de lugar la tumba, rociando agua bendita sobre el cadáver, o con un exorcismo, era una medida propugnada en los Balcanes y especialmente por la Iglesia en Grecia para evitar la incineración, pues esta disminuía la posibilidad de salvación del alma.
  • Rituales de magia: En Bulgaria se practicaba un ritual consistente en el embotellamiento del vampiro, que según la creencia búlgara es un espectro incorpóreo, a cargo de personas que se dedicaban a ello, usando una botella especialmente preparada que contenía un fragmento de un ícono así como algo del alimento favorito del vampiro que lo atrae irresistiblemente a su interior quedando allí atrapado pues el hechicero la tapa rápidamente con un corcho. La botella, con el vampiro adentro, era arrojada al fuego para destruirlo.




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