La palabra nefilim o nephilim proviene del hebreo que quiere decir los caídos y estos seres eran para la tradición judía y cristiana un pueblo de gigantes resultado de la unión entre los Grigori y las hijas de Adán. El origen de estos seres se remonta a la historia de los ángeles caídos, cuando Shemhazai, un ángel de gran rango, condujo a un grupo de ángeles rebeldes a la Tierra para instruirlos, pero al poco tiempo fornicaron con las mujeres que ya habitaban esa región, procreando con ellas a los nefilim. Estos ángeles, guiados por Azazel, instruyeron también a sus mujeres en las artes mágicas y el uso de cosméticos.
De esta manera, los nefilim al ser producto de la unión entre humanos y ángeles, adquirieron la forma de los humanos pero sus dimensiones fueron colosales, su fuerza era descomunal y su apetito insaciable, una vez que consumieron todos los recursos en la tierra, comenzaron a devorar humanos y destruyeron todo lo que encontraron a su paso. Por esa razón, según los textos bíblicos, Dios decidió enviar el diluvio universal para limpiar la tierra de la maldad humana que habían creado estos gigantes.
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