
Y después de lo que me había parecido un siglo, pudimos salir
por esa enorme puerta. Ya veía el autobús, amarillo como el sol pero lleno de
mierda como un plátano. Bueno os digo esto porque yo y mi hermano siempre
teníamos que coger el bus. Ah s me olvidaba mi hermano se llama Nick y tiene 15
años, es moreno y alto para su edad, y es el bateador del equipo de beisbol del
instituto. Así que separándome de Raquel, me dirigí a ver si veía a Nick, había tantos chicos con
la misma sudadera, que era difícil de buscar a aquel “bicharraco”. Pero oí esa
sonrisa tan familiar, y veo a Nick. Se me abrieron los ojos como platos cuando
lo vi. Se estaba enrollando con una de las animadoras, y nada a menos que
Nicole. Era una chica muy guapa para su edad y era simpática. Y como vi que iba
con ella al bus, pues me dije que iría a avisar a Raquel que puede que hiciera
una escapada con ella.
Así que fui toda toda decidida a buscar a mi amiga, pero algo
se me interpuso. Era un tío no cabía duda, pero claro estaba pensando en Nick,
que era como si no hubiera otra cosa en lo que pensar, ni siquiera subí la
cabeza para ver quién era. Pero no me hizo ni falta, aquel tío tenía un llavero
en forma de rueda. Con que alce la
cabeza y me estampa un buen beso.
-¿Dónde estabas?- me dijo al oído, apartando sus labios de mi
boca.
-Pues buscando a Nick- me giré hacia donde estaba, para
volverme pero lo único donde tenía la vista era a sus carnosos labios.
-Os ese niñato es listo ee??- dijo relamiéndose los labios y
mirando picaronamente a Nick.
Después, como si estuviera haciendo algo mal, como dejar de
besarme, volvió a poner toda la atención en mí. Pero toda la atención desapareció
cuando se separó otra vez, yo lo hice a regañadientes, pero por su forma de
separarse tampoco lo agradaba. Pero seguía sin soltarme la cintura.
-Sabes, tengo una sorpresa-
-Ummmm, estas lleno de sorpresas-
-Para ti las que quieras y más- y sonriéndome me dirigió
hacia la acera.

Pero volvamos al presente, ya sabéis porque es tan importante aquella moto.
Lo que hizo que llorar fue cuando vi mi viejo casco. El primer casco de moto
que tuve, el que él me regalo. Y se me pasaron unas saladas lágrimas.
Y sentí esas
grandes y fuertes manos sobre mi cintura, su cabeza empezó la cabeza sobre mi
hombro. Estuvimos así durante, no sé cuánto, pero bastante, porque ya no estaba
ni el bus ni más estudiantes.
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